lunes, 14 de julio de 2008

12 de Julio, la conmemoración de la "revolución cantonal murciana"



A pesar del arraigo que ya tiene el 9 de junio como día de la Región de Murcia, muchos colectivos, principalmente del ámbito murcianista, han lamentado la elección de tal fecha y puesto en cuestión su idoneidad, entendiendo que no representa ningún valor del pueblo murciano, sino que es, más bien, una mera referencia a la fecha de una ley.En sustitución de la fecha de aniversario del Estatuto de Autonomía, este sector de la sociedad reivindica otra fecha: el 12 de julio. Tal día del año 1873 se produjo el levantamiento cantonal en Cartagena, con el que comenzaría un periodo de seis meses de independencia, una experiencia ésta, la cantonal, calificada por muchos como la más hermosa de nuestra historia nacional.
“Parece mentira que teniendo una fecha histórica tan importante en el calendario como la del 12 de julio, aniversario del levantamiento cantonal, y que encaja extraordinariamente con las aspiraciones autonómicas, haya sido declarado como día de la Región el 9 de junio, que no dice nada, más bien expresa la alabanza de uno de los acariciados instrumentos centralistas por excelencia, el Boletín Oficial del Estado. Parece todo esto un sarcasmo, una burla y un insulto hacia nuestros antepasados, esos hombres tan sacrificados, bravos y ejemplares de imperecedera memoria”.

Antonete Gálvez, padre de la Patria Murciana
Antonio Gálvez Arce nació en la pedanía murciana de Torreagüera el 19 de junio de 1819. De familia huertana, un elemental progresismo paterno pronto caló en el hijo, que a los quince años admira al vizconde de Ruerta, liberal dinástico y comandante de la Milicia Nacional. Tuvo también por mentor al marqués de Camachos, cuyo progresismo avanzado quedó mitigado cuando el conde se adhirió a la Unión Liberal, primer paso para el desencanto sufrido por Antonete, aún cuando todavía reprimido por el ilusorio efecto de La Gloriosa, cuya frustración llevaría al joven Gálvez a un difuso republicanismo pronto teñido de ideología federal, a partir de la que y por vida, mantendría invariable su utopía.
Aún cuando la dilatada existencia de Antonete fue zarandeada llevándole desde la lucha armada a la conspiración permanente, y entre una y otra a la emigración durante la que los juzgados tramitaban las diversas «sumarias» instruidas al rebelde, su arraigo a la tierra nativa y a la familia que en ella fundó, fue proverbial. que no en vano la próxima sierra de Miravete quedaba a un tiro de piedra de su casa.


En 1843 había contraído matrimonio con su prima hermana Maria Dolores Arce Tomás, instalándose el matrimonio en el Huerto de San Blas, en Torreagüera, una hermosa propiedad de don Enrique Guillamón, prominente liberal capitalino que siempre mantuvo para con su colono invariable afecto, extremado al aceptar las inevitables demoras cuando no con donaciones en el pago de las rentas, accidentes que forzosamente imponía la agitada vida del revolucionario, nunca próspera en lo económico.

Seis hijos trajo al mundo María Dolores, de ellos dos muchachos marcados por el trágico destino. Antonio moría a los 18 años, manipulando pólvora en el Huerto, y Enrique, inseparable de su padre en los años de luchas montaraces, exilio y huidas precipitadas, también murió joven, contando con 34 años.

(Fuente: Jarique)


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