miércoles, 26 de marzo de 2008

Justicia para el Panocho

(Artículo publicado en el diario "la Verdad" 26/03/2008)

Es necesario empezar diciendo que panocho, según el Diccionario, es, en general, lo «perteneciente o relativo a la huerta de Murcia», y, en particular, el «habitante de la huerta» y el «habla o lenguaje huertano». Se cree que la palabra panocho viene de la panocha del maíz, pero podría venir del árabe banuch: el de la tierra, el arraigao, el de aquí. Pues bien, una vez establecida esta base, nos centraremos en el aspecto lingüístico.

A pesar de que el castellano se impuso en España a partir de 1550 como idioma literario, tenemos muestras de literatura murciana desde finales del siglo XVIII. De aquellos años se conservan unas seguidillas publicadas en el Correo Literario de Murcia y el poema anónimo La Barraca, aunque hay indicios de que en ninguno de los dos casos se trataba de piezas aisladas. Los estilos eran diferentes (jocoso el primero, sentimental el segundo), pero ambas composiciones estaban escritas en el lenguaje de la huerta.

La Tertulia Magistral es una obra que se supone escrita por Fray Nicolás del Pilar Galindo en 1800 y en ella se advierte, al comenzar el diálogo dramático, que su protagonista, Fray Antolín, habla del modo rústico que se emplea en la huerta. A mediados del siglo XIX algunos autores, llamados civitatenses por Cassou, crearon el «panochismo», como exageración y burla del lenguaje de la huerta, lo que fue bastante injusto, porque aquel lenguaje sería rústico pero, al no estar tan castellanizado como el de la ciudad, era más murciano si cabe y no se merecía que estos churubitos lo utilizaran para ridiculizarlo.

En 1859, Miguel Ortega publica El Pastor de Marisparza, en el que el lenguaje panocho convive con el castellano. En el último cuarto del siglo XIX, hay autores muy importantes que escriben en panocho de una manera seria y digna, a veces sublime y, a veces, también, muy divertida. Como ejemplos se pueden citar José Martínez Tornel, Pedro Díaz Cassou y José Frutos Baeza.

Pero seguía habiendo, paralelamente, autores, más o menos civitatenses, que seguían ridiculizando el lenguaje murciano y que, sin duda, indignaron a Vicente Medina, cuyo párrafo sobre este asunto se suele utilizar contra todo el panocho y su literatura, lo cual no es justo. Nadie podría asegurar que la famosa indignación de Vicente Medina fuese debida a los escritores citados en este artículo con nombre y apellidos. Es más, quizá entonces no fuera consciente de ello, pero él mismo, al utilizar (¿aunque claramente suavizado!) el lenguaje de la huerta, pertenece también (a mucha honra) al grupo de escritores panochos.

A principios del siglo XX tenemos otro gran clásico, Miguel Hernández, que escribió algunas obras en el panocho de la Vega Baja. Y así, hasta la actualidad, donde coexisten los famosos «bandos», que ya no incluyen las burdas exageraciones, con otra literatura más seria o sentimental. Merece especial mención la obra De boca a oreja, de José Martínez Ruiz, alguaceño, que está teniendo gran aceptación, y en la que se unen la calidad literaria con un innegable valor antropológico. Evidentemente, el panocho, cuyo origen está, como hemos dicho, en la huerta de Murcia, ha trascendido al resto de la región y de ello tenemos muestras en distintos lugares de nuestra geografía, incluyendo la comarca de Cartagena, uno de cuyos panochistas (el Patatero, de Torre Pacheco) nos dejó, por desgracia, hace muy pocas fechas.

Pero está claro que, afortunadamente, no se ha llegado a imponer en el resto de la región como se hizo con el castellano en el resto de España, ni nadie pretende imponerlo ahora sobre las demás variantes del lenguaje murciano, con las que coincide, por cierto, en un altísimo porcentaje. Digamos, para terminar, que este patrimonio literario, aquí resumido, se le debe al panocho. Cualquier región que atesorase toda esta literatura estaría orgullosa por ello.

Y no digo que aquí no lo estemos, pero, quizá por ignorancia, no son pocos los que se refieren a este modo de hablar y escribir para denostarlo, recordando sólo su variante más grotesca. Quizá ello sea debido al carácter de los habitantes de esta región, por el que no sabemos, en este y otros asuntos, ponernos de acuerdo para defender y dar el mérito que tienen a nuestras cosas.

Yo espero que este escrito sirva para que pensemos en ello y, en concreto, para ayudar a conocer un poco mejor el lenguaje panocho y su literatura, en la seguridad de que, desde el conocimiento, se le hará justicia.

J. José Navarro Avilés.
Primer Premio de Bandos Panochos 2008.
Panocha de oro y 'Perráneo del año' (Federación de Peñas Huertanas).